Colectivismo y Tradición en Rabanales, de Pedro Gómez

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Desde el mes de febrero ya está disponible online el libro Colectivismo y Tradición en el municipio de Rabanales, de Pedro Gómez Turiel. Publicado en 2017 gracias al apoyo del Ayuntamiento de Rabanales y a la Fundación Fomento Hispania, este volumen recopila y analiza multitud de tradiciones alistanas que, en estos primeros años del siglo XXI, apenas sobreviven en la memoria de los más mayores. Se trata, por tanto del testimonio de un mundo que se va, un libro que pone voz a una memoria, como dice el prólogo de Roberto Tola, sobria y vibrante, conservada en ‘neveros del tiempo que al cariño se deshielan’.

Para realizar este extenso trabajo, el investigador alistano entrevistó entre 2016 y 2017 a gran parte de los vecinos de las poblaciones de Fradellos, Grisuela, Matellanes, Mellanes, Rabanales y Ufones, esto es, los seis lugares que componen del municipio. Reunidos muchas veces al calor de la lumbre, los vecinos se convirtieron en valiosos informantes de las costumbres y vida cotidiana de los campesinos alistanos durante el siglo XX.

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En sus más de trescientas páginas, se tratan temas como la organización del concejo y la gestión de los recursos. El cooperativismo era el principio fundamental por el que se regía la vida comunal, y se manifestaba en la gestión de la leña, el agua, los pastos, el cuidado del ganado o el mantenimiento de caminos, fuentes y espacios comunes. 

Las subastas, el contrabando, la caza, la pesca y la trashumancia son otros de los  asuntos tratados. Mención especial merece un tema muy de actualidad en estos días: el lobo y su relación con el ganado y las personas. También las creencias populares y supersticiones tienen su apartado, en el que encontramos interesantes manifestaciones de mitología popular y varias leyendas, muchas veces asociadas a ciertos lugares. 

Entre la abundante información recopilada, destacamos la cantidad de topónimos tradicionales, expresiones, dichos y refranes recogidos, así como el abundante uso de léxico patrimonial, que posee no solamente un enorme valor etnográfico sino también lingüístico. 

Y es precisamente este tema, el lenguaje, al que se dedica el último capítulo del libro. En esta parte el autor ofrece una buena muestra del estado de conservación del habla tradicional en los pueblos alistanos estudiados, y a pesar de que éste no era el propósito principal del investigador, se recoge un interesante vocabulario. 

La lengua tradicional, señala Gómez, se encuentra ya bastante erosionada por el castellano y, aunque gran parte del léxico patrimonial se mantiene, por lo general los aspectos fonéticos tienden a desaparecer. Efectivamente, en un testimonio recogido en Grisuela, se dice:

«los de antes de la nuestra era decían forno y buraco, y como lo sentías en casa, porque lo decían así, lo sabías, pero en la escuela nos decían que se decía horno y agujero.» 

En las entrevistas realizadas, Gómez constata los prejuicios habituales y los fenómenos de autocorrección lingüística, pues los informantes, tras haber pronunciado la palabra tradicional, la sustituían inmediatamente por la forma castellana: 

«Así, los rapaces pasaron a ser chavales, los jatos se convirtieron en terneros, achancar un arroyo se cambió por cruzarlo y esperriar se transformó en escupir.» 

Por último, destacamos el gran valor etnográfico de este libro, que nos ofrece a través de los testimonios de sus actores principales un retrato bastante fiel de cómo era la vida de los pueblos alistanos en una época, la del siglo XX, en la que se produjeron profundos e irreversibles cambios demográficos, sociales y culturales. El autor de este libro y los vecinos de Ufones, Mellanes, Rabanales, Fradellos, Matellanes y Grisuela han hecho su parte. Lo que podamos aprender de todo ello está ya en nuestras manos.

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